Partidario entusiasta de las técnicas y propuestas del
surrealismo, desde finales de la década de 1930, el chileno Roberto Matta
(1911-2006), siguió la senda planteada por André Breton valiéndose del
automatismo psicológico cultivado por André Masson. Una muestra característica
de esta labor es el cuadro “El vértigo de Eros” (1944), una de las
muchas obras de grandes dimensiones elaboradas por Matta: 195.6 X 251.5 cm. El
título elegido por el autor, como sucede en varias otras de sus composiciones,
nos brinda una pauta de lectura para intentar descifrar el críptico panorama representado.
Pero, no obstante la relevancia del automatismo, Matta se orienta a comunicar
en su cuadro menajes gestados en lo más hondo de su interior, en ese crisol
vivencial de percepciones, conocimientos, reflexiones, y sobre todo, de
cuestionamientos.
El artista y su tiempo
A pesar de su onírico lenguaje plástico, Matta nunca dejó de
reflejar en sus pinturas su postura ante los acontecimientos sociales
definitorios de su época. De hecho para él, fueron más importantes los dilemas
colectivos de gran proyección y consecuencias, que las interrogantes
existenciales particulares y transitorias. Debido a ello, sus pinturas reflejan
un sutil pesimismo escéptico. Matta interpreta al ser humano como alguien
arrojado a un mundo de engaños y ofuscaciones, y refleja esta realidad a través
de un código de símbolos y referencias visuales, imbuidas con un cierto
atavismo, mucha abstracción y algunas alusiones figurativas. Los ambientes
creados en estos lienzos son opresivos y al mismo tiempo llenos de dinamismo.
Arte y mito
“El vértigo de Eros” señala el instante preciso en donde
Matta toma conciencia de su vinculación con la realidad social, a partir de su
arte. El medio expresivo del que se vale está conformado por nódulos, ondas y
planos proyectados en espacios carente de horizontes, y por lo tanto,
virtualmente infinitos. Además, el título alude probablemente al mito clásico
de Eros y Psique. En él se nos cuenta cómo, la diosa Afrodita, celosa de la
hermosura de Psique, una joven mortal, ordenó a su vástago Eros (Cupido) que la
hiciera enamorarse del hombre más feo de la Tierra, por medio de sus flechas
mágicas. Sin embargo, el propio Eros termina cautivado por
la belleza de Psique (representación del alma) y la condujo volando a
su morada. No mucho después, la dicha de estos amantes se vio quebrantada con
intrigas, por las celosas hermanas de Psique. Decepcionado, Eros expulsó a
Psique de su hogar y la joven tuvo que marcharse a recorrer el mundo, penando
por su perdido amor.
Vivencia religadora
“El vértigo de Eros” se daría en el momento en el
que Eros, llevando en vuelo a su amada, se percata sorprendido de que el
amor, también puede enamorarse y por lo tanto ser arrojado a lo incierto, a lo
radicalmente abierto. Esta experiencia de estar abandonado en la elección
radical de ser, es una toma de conciencia extrema que nos define a todos, nos
religa, y por lo tanto, le da sentido a la realidad social. “El vértigo de
Eros” es la esencia de lo humano: la arrebatadora vivencia de la libertad. En
la pintura de Matta, combaten la gestación y el vacío, se hace patente la
confrontación- dialéctica forjadora de mundos- de las pulsiones de la
interioridad humana, planteadas por Freud: el instinto erótico y la
voluntad de muerte. En esta obra, Eros queda expresado por medio de pequeñas
formas ovoides de color blanco, extraviadas en un espacio de formas en tensión
que reflejan complejidades siderales y microscópicas.
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