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lunes, 19 de marzo de 2012

Luca Giordano: "El arcangel San Miguel y los ángeles rebeldes"

En una obra épica, Luca Giordano nos ofrece, a través de su estilo vistoso, una pauta estética para intentar siempre la máxima belleza.


Luca Giordano (1634-1705) fue un pintor barroco nacido en Italia. Como artista fue muy exitoso y por su enorme producción se le conocía también como Luca fa presto (Luca trabaja rápido) y como el “Proteo de la pintura” debido a sus facultades para variar su estilo de trabajo. En sus inicios recibió una fuerte influencia del pintor José de Ribera. Cuando viajó a Roma y Venecia, en 1653, Giordano recibió enseñanzas de importantes artistas, como Pietro da Cortona. Para 1666, Luca Giordano ya había logrado posicionarse como un referente indiscutible del arte del Barroco tardío.

Referente barroco

Giordano ofrece una gran variedad temática, aunque puede ser considerado esencialmente como un pintor religioso y mitológico. Muchas de sus obras las realizó en Nápoles, pero también existe una vasta producción suya en Florencia y Venecia. Además, en el periodo de 1692 a 1702, Luca Giordano laboró diversos trabajos para la corte de España. Allí cobró celebridad por sus admirables oleos y frescos mismos que denotaban un enorme virtuosismo. Por su fuerte personalidad, hábil desenvolvimiento en el ambiente cortesano; por sus imponentes perspectivas aéreas y abiertas y su técnica en el manejo del brillo y el color, Luca Giordano está reconocido como un claro precursor de importantes artistas posteriores, como es el caso de Tiepolo.

Belleza y heroicidad

En El arcángel San Miguel y los ángeles rebeldes (1666), Giordano nos ofrece una dinámica escena en claroscuro, en la que el derrumbamiento de los ángeles rebeldes acontece ante la noble acometida de San Miguel. Para está épica estampa, Giordano ha optado por manejar una cantidad relativamente escasa de figuras. Delante de un fondo de luz dorada, el arcángel se moviliza como en un paso de danza sobre el robusto Lucifer, el cual cae estrepitosamente sobre sus compañeros demonios. El nítido trazo de las alas de murciélago de Lucifer, contrastan sobre el sfumato del fuego del averno.


Un detalle importante es que, en realidad, una lucha encarnizada nunca se concreta: la sola aparición de San Miguel, desplegando sus alas níveas, con la espada en ristre, cual si se tratara de un emblema, bastan para precipitar a Lucifer y sus seguidores en la perdición definitiva. ¿Qué nos señala esta particularidad? Tal vez que Giordano, en esta obra, haya representado más que la victoria de la luz sobre las tinieblas, la de la belleza sobre sus propios límites, por medio del arte. En Giordano domina más el gesto, la luz y el color - en suma, lo visible - que las posibilidades sin realizar, las cuales quedan siempre ocultas. Y es que en la realidad humana se tiene la tendencia a desconfiar de aquellos aspectos que son demasiado abiertos o patentes. Esta pintura de Giordano y su arte en general, bien puede comprenderse como una invitación estética a asumir heroicamente la búsqueda de la belleza, como una pauta de vida y ser sin límites.






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