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martes, 13 de marzo de 2012

La sabiduría del dios caracol

Existen deidades que ofrecen su heredad de sabiduría sin tablillas sagradas o atronadoras disposiciones de por medio. Asimismo, cuentan con la particularidad de su humilde presencia, capaz de hacer milagroso lo que por cotidianidad se pasa por alto.


Tal es el caso del dios prehispánico Pauahtun. Se trata de uno de los dioses ancianos de los mayas, al que se le representaba comúnmente como emergiendo de un caparazón de caracol o de tortuga, los cuales utiliza a modo de ornamento. Atributos suyos son unas orejas reptilescas o bien el número siete. A veces se presenta como una de las presencias ultramundanas que sostienen al mundo.


La sabiduría y la perdición  


Este último detalle es importante, porque en algunas representaciones Pauahtun aparece lozano- en la advocación de un bacab- y entonces lo que se encarga de sostener es el cielo, no la tierra. Lo que no varía es su afán por aparecer adornado, atractivo, cubierto de nenúfares y con una red en la cabeza.

¿Cuál es el secreto del dios caracol? La aparente contradicción entre una deidad de aspecto nada agraciado, que se oculta, pero que emerge transformado por la belleza del cielo, por el afán de alcanzarlo, solamente puede comprenderse por medio de dos circunstancias precisas: su patronazgo de la escritura y el amor por el ser femenino del mundo, acaso en la figura de la seductora diosa Xtabay, el irresistible y sinuoso lado oscuro del ser.

Ofrenda celeste, creativa y creadora

Posiblemente, el humilde y tan terrenal Pauahtun trata de alcanzar a Xtabay ofrendando su capacidad fundamentadora, orientada por naturaleza a la tierra, pero ahora sosteniendo el cielo, ofrendándolo a la fémina Bruna que oculta las dolorosas delicias de lo vedado al hombre. Pauahtun, para conseguir esta hazaña y cautivar a Xtabay, utiliza su sabiduría de alteridades, su capacidad para estar dentro y fuera del mundo, su movilidad entre caparazones, su experiencia vagabunda de realidades, manifestado todo este sentimiento a través de la escritura humana.


A veces acompañan a Pauahtun en sus imágenes pétreas -parte de ocultos templos mayas sumergidos en el marasmo verde de la selva- un grupo de monos escribas, como los evocados por Borges en tan brillantes momentos. Es posible que ellos aludan a la inspiración del dios caracol, que tal vez les insufla -nos comparte- su ardor añoso por la diosa Xtabay, esa tersa, oscura y frágil figura que susurra en la fronda de los sueños y que lo motiva todo y siempre.


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