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viernes, 23 de marzo de 2012

Giovanni Bellini: "Venus ante el espejo"

En un delicado desnudo femenino, el renacentista Giovanni Bellini nos expone el potencial de la belleza como vivencia de lo trascendente.


La diosa Venus, con su rostro sublime, y ataviada con un breve manto, se observa en un espejo. Detrás de ella hay una gran ventana a través de la cual se contempla un lejano paisaje. Parecería evidente que el autor de Venus frente al espejo (1515), Giovanni Bellini (1413-1516)- uno de los más destacados artistas del quatrocentto- no tenía como propósito elaborar un objeto para la devoción religiosa, no obstante la belleza serena de esta Venus remite a diversas pinturas de la Virgen elaboradas por el mismo Bellini. En última instancia, este delicado desnudo nos ofrece un paradigma secular de la belleza femenina en el Renacimiento.

Maestro de maestros

Giovanni Bellini fue el integrante más célebre de una familia de artistas y se distinguió por dar a conocer la- en ese entonces- novedosa técnica de pintar al óleo. A los Bellini se les reconoce haber convertido Venecia en un relevante foco del Renacimiento italiano. En sus comienzos, Giovanni Bellini se vio grandemente influenciado por su cuñado, el artista Andrea Mantegna. Sin embargo, mientras que las obras de este último se caracterizan por su precisión y nitidez, las de Bellini sobresalen por su imaginativa y romanticismo. Bellini fue maestro de un dinámico taller en donde se formaron artistas de la talla de Giorgione y Ticiano.

Belleza que libera

Una posible propuesta de lectura de Venus ante el espejo nos refiere a la belleza como vía de trascendencia o por lo menos de una vivencia de pluralidad reveladora ante los límites fenoménicos del cosmos. La clave de la obra es el espejo, cuyo fuerte simbolismo se ha hecho patente en los discursos de diferentes culturas. En este caso y en una noción rescatada por el pensador Giorgio Colli, ciertos textos de la tradición órfica nos presentan a Dionisos, deidad griega, contemplándose en un espejo, y lo que descubre allí, además, de sí mismo, es el mundo en él. Así entonces, en una comparativa con esta referencia, la Venus de Bellini, al mirarse en el espejo descubre el mundo que se ofrece a través de la ventana: colorido y vasto. En Venus, en la máxima belleza, todos los fenómenos del mundo se colman- y así cobra sentido el recipiente de cristal en el marco de la ventana-, todas las cosas del mundo, en su pluralidad, se justifican en la trascendencia, en esa unidad críptica y eterna, a la cual solo se puede intuir, existiendo; comprender, a través del arte, y aspirar, en la contemplación de su inagotable belleza.


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